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Para las hijas que aún buscan a su papá en lo invisible

  • asp3020
  • 25 oct 2023
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 13 abr




En la historia de mi vida, mi papá murió muy joven, dejando un vacío intolerable. Demasiado pronto, demasiado rápido. Mi relación con él era única.Él, y solo él, se llevaba mi mirada, mi admiración, mi búsqueda, mi respeto. Impulsaba mis ganas de ser mejor. Naturalmente le di —y porque se lo ganó— el poder de hacerme sentir importante, valiosa, visible y profundamente reconocida.


Era ese faro de luz que iluminaba mi camino incluso en los momentos más incómodos. Tenerlo cerca significaba sentirme segura, esa seguridad que solo un papa puede ofrecerla a su hija.


Durante años, él fue mi fuente de fuerza para caminar por la vida con curiosidad y determinación. Hoy, al mirar en retrospectiva, entiendo que aún no estaba lista —ni biológica, ni emocionalmente— para separarme de él.


Porque no es lo mismo cuando te alejas de tus padres por un impulso interno de descubrirte, a que la vida te los arrebate sin avisar. Aunque suene ingenuo o egocéntrico, me gusta pensar que, si hubiese sido opcional, quizá nunca habría estado lista para soltar la calidez y grandeza de su corazón.


Y sin embargo, ahí estaba yo. Forzada por la vida, tratando de estar lista.


Durante años, intenté compensar la pérdida tomando prestada su energía. Me aferré a sus ideales, sus palabras, su forma de andar por el mundo. Sin darme cuenta, me estaba moviendo desde su impulso, no desde el mío. Y cuanto más vivía desde lo que él pensaría o haría, más se disipaba mi energía… dejándome con una sensación de vacío e insatisfacción que crecía en silencio, hasta volverse insoportable.


Ahí comenzó algo. No lo llamaría de inmediato despertar. Fue más bien una ruptura. Un quiebre necesario.


Tuve que rendirme a lo que por tanto tiempo había evitado: mi dolor.


Y como todo proceso verdadero, no fue lineal ni poético. Fue humano:


➡️Sentía

➡️Me incomodaba

➡️Me dolía

➡️Me enojaba

➡️Sentía miedo

➡️Buscaba afuera

➡️Me frustraba

➡️Me perdía

➡️Dejé de saber quién era

➡️Hasta que un día… me rendí completamente a MÍ


Y lloré.De impotencia. De cansancio. De no saber cómo seguir. Lloré hasta vaciarme. Hasta que ya no quedó nada más que ese espacio profundo, vulnerable, real.


Y en ese vacío, algo nuevo comenzó.


Un día, sin saber cuándo, sumergida en el silencio de mi dolor, encontré un camino de regreso a mí. Como escribió Viktor Frankl:

“El dolor deja de ser sufrimiento en el momento en que encuentra un sentido.”

Ese camino, aunque incómodo, me llevó a reconectar con la fuente de mi propia energía. A adaptarme a una nueva realidad:vivir sin él.


A medida que dejaba de vivir a través suyo, comencé a honrar con amor y dignidad ese estado sagrado de dependencia que alguna vez me sostuvo. Y al soltarlo, algo extraordinario ocurrió: me volví receptiva a su fuerza.


Ya no desde la niña que lo necesita, sino desde la mujer que puede tomarlo. Integrarlo. Y seguir caminando.


Ese es el proceso que toda hija, en su camino evolutivo, necesita hacer. Perderlo o no físicamente, da igual: el viaje es hacia una separación interior que permite acceder a la propia fuente.


Hoy ya no lo busco afuera. Ya no me muevo desde su energía. Hoy puedo dar desde mi verdad. Puedo manifestar lo que he venido a ser.


Traducir lo invisible en palabras que tocan el alma. Acompañar a otros en sus transiciones. Honrar el legado, sin perderme en él.


Y así comprendí que hay presencias que no se disuelven con la ausencia.


Que el vínculo entre una hija y su padre no termina con la despedida, sino que se transforma: de lo tangible a lo invisible, de lo externo a lo interno, de la búsqueda a la integración.


Para las hijas que aún buscan a su papá en lo invisible, quiero decirles esto: no estás sola. Él dejó huellas vivas en ti. Y en el momento en que dejas de buscarlo como antes…y comienzas a habitarte como nunca, algo sagrado ocurre:


Te das cuenta de que el amor nunca se fue. Solo cambió de forma.


Y entonces, sin darte cuenta, te conviertes en tu propio faro.



Adriana Soberon P. ©️ Copyright. Todos los Derechos Reservados.

 
 
 

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