Cuando tu fuerza ya no alcanza
- asp3020
- 24 sept
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 20 nov

Sé que te sientes fuera de ti.
Que algo se movió sin aviso, y ahora nada parece tener sentido.
Lo intentas una y otra vez, como siempre, buscando resolver, entender, volver a tu centro.
Porque toda tu vida has sabido hacerlo: sostener, adaptarte, seguir.
Pero esta vez, no funciona.
Y eso desconcierta.
Esa fuerza que siempre te salvó ya no alcanza.
Y no es porque estés rota.
Es porque la vida, cuando quiere llevarnos más profundo, nos deja sin las herramientas de antes.
Lo sé, duele.
La mente quiere respuestas, el cuerpo pide alivio, el corazón se defiende.
Queremos huir del vacío, llenarlo, taparlo…pero lo que la vida te pide ahora no es que lo resuelvas, sino que lo sostengas.
Detente.
Respira.
Mira con ternura esa parte tuya que no puede más.
No la empujes, no la juzgues.
Solo quédate un instante con ella.
Porque no estás fallando.
Estás transformándote.
Y en esa quietud incómoda, aunque no lo veas todavía, algo dentro de ti empieza a moverse distinto.
Tu fuerza no se perdió, se está rehaciendo desde un lugar más real.
La vida no te está castigando.
Te está enseñando a confiar, incluso sin entender.
Y un día, sin planearlo, te darás cuenta de que ya no duele igual.
Que el mismo vacío que te asustaba se volvió espacio para respirar.
A veces, no se trata de ser fuerte.
Se trata de aprender a permanecer.
Y cuando lo haces, la vida vuelve a abrazarte.
Mi botiquín para cuando la vida me sacude
Cuando algo me mueve fuerte, no siempre puedo quedarme quieta. Hay veces que necesito sacar el fuego de adentro.
Y para eso, en mi botiquín tengo estos recursos:
Escribir furiosamente: tomo un cuaderno viejo y escribo sin filtros, con garabatos, insultos o rayones. No busco coherencia, busco vaciar la presión.
Mover el cuerpo con intensidad: saltar con música tribal, golpear un cojín, sacudir los brazos y piernas hasta cansarme. Que la energía encuentre salida por el cuerpo.
Gritar en silencio o con sonido: a veces lo hago en el coche con la música alta, otras al agua en la regadera. Es un rugido que no necesita palabras.
Rasgar y transformar: rompo hojas, bolsas de papel, o lo que tenga a la mano… y después hago con esos pedazos un collage. De la destrucción surge algo nuevo.
Juego con fuego simbólico: escribo en un papel lo que me pesa y lo quemo en un recipiente seguro. Ver cómo se hace ceniza me ayuda a sentir que se libera.
Tarot de Marseilla
Y si tuviera que darte una imagen que acompañe todo esto, elegiría La Torre del Tarot de Marsella.
Esa carta donde los muros se derrumban y el fuego estalla, no como un castigo, sino como una liberación.
La Torre nos recuerda que lo que se quiebra es aquello que ya no podía sostenernos, que el derrumbe no destruye lo esencial, sino que abre un espacio para que la vida vuelva a entrar.
Así es este tiempo: incómodo, impredecible, a veces devastador… pero también fértil. Porque entre los escombros aparece la grieta por donde la luz se cuela.
© 2025 Adriana Soberón – Todos los derechos reservados.
Disclaimer
Este contenido refleja mi experiencia personal y profesional como coach. No sustituye la atención médica, psicológica ni psiquiátrica. Si atraviesas un momento de crisis o sientes que tus emociones son inmanejables, te invito a buscar apoyo con un profesional de la salud certificado.




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