top of page

¿Quién eres cuando nadie te ve?

  • asp3020
  • 12 nov 2023
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 22 mar



Todo ser humano que ha sido herido, desarrolló una máscara para proteger su ego. Fue la única forma posible de aliviar un dolor que, en su momento, resultaba imposible de procesar. Ya sea por inmadurez, por falta de contención, o simplemente porque sentirlo implicaba no sobrevivir.


Y así nos seguimos, actuando de forma automática en el mundo, sin darnos cuenta de que llevamos puesta una máscara. Una máscara que libera una energía distorsionada, exagerada, que no refleja quiénes somos en verdad. Y lo más grave: llegamos a creer que esa máscara es todo lo que somos.


Pero no.


Esa máscara es solo una imagen idealizada de lo que pensamos que debíamos ser para sobrevivir. Son roles que adoptamos ante el dolor, y que muchas veces fueron reforzados o premiados por nuestra familia de origen. Por eso, separarnos de ellos no es fácil. Se necesita conciencia y coraje para dejar atrás ese personaje y permitir que emerja un yo más completo e integrado.


Quedamos atrapados en uno (o varios) de estos personajes:


  • El comodín

  • El que lo controla todo

  • La víctima

  • El líder

  • El valiente

  • El que cuida

  • El proveedor

  • El fuerte

  • El que huye

  • El inteligente

  • El que resuelve

  • El que organiza

  • El simpático

  • El artista

  • El unificador

  • El que se aleja para no molestar


Máscaras creadas en un intento desesperado —y profundamente valiente— de encontrar amor, aprobación, control o seguridad. Intentos heroicos que merecen ser reconocidos. Porque fueron nuestra primera forma de empoderarnos para satisfacer necesidades esenciales. El problema es que nacieron desde la defensa, no desde la expresión libre y evolutiva de nuestro ser.


Y llega un día en que esas máscaras ya no funcionan. Dejan de servirnos. Lo que antes nos protegía, hoy nos limita. Lo que tapaba el dolor o la carencia, ya no lo sostiene. Ahí comienza el verdadero camino: cuando sentimos la urgencia de vivir desde un lugar más profundo y verdadero.


Y para eso, hay que hacer espacio.


Espacio para que emerja esa parte de ti que estuvo mucho tiempo enterrada, callada, sin voz. Permitir que su hambre, su necesidad se exprese. Mirar de frente ese dolor original, nacido de lo que fue escaso, ausente o abrumador.


Solo cuando esa parte dolida es reconocida tal como fue, podemos resurgir. Y lo hacemos con fuerza. Desde un nuevo centro. Buscando formas distintas.


A veces incluso nuevas máscaras, sí… Pero esta vez creadas con consciencia, como una expresión auténtica de nuestra energía vital. Ya no desde la carencia, sino desde el ser.


Porque no se puede vivir una vida plena si actuamos desde máscaras inconscientes, construidas en la oscuridad del miedo. Piénsalo... Es imposible satisfacer tus necesidades más esenciales si lo haces desde un lugar de carencia y de defensa.


El camino puede verse así:


  • Aquel que se volvió perfecto por miedo al padre estricto, tendrá que experimentar la imperfección. Aprender a soltar el control y abrirse a recibir un amor que antes no podía permitir, atrapado en su exigencia.


  • Quien pacificó a una familia caótica, tendrá que aprender a tolerar el conflicto. A decir "no". A afirmarse con límites. A vivir su incomodidad y dejar de ceder.


Este juego no es para cualquiera. Es solo para valientes. Porque quitarte la máscara, aunque sea por un momento, se siente como una pequeña muerte.


Significa tolerar la vulnerabilidad de pisar tierra desconocida. Soltar el control.


Y solo después de un trabajo personal profundo, puedes mirar de frente esas máscaras que alguna vez te protegieron y ahora te limitan. “Lo que un día te sirvió, hoy deja de servir.”


Y ahí es donde puedes agradecerles.Porque gracias a ellas, sobreviviste.


Pero al ganar distancia, al haberte desarrollado desde un nivel más profundo, entonces puedes volver a jugar el juego… pero esta vez, como lo hacían los griegos.Jugando conscientemente con las máscaras.


Poniéndotelas, quitándotelas.Eligiendo desde dónde actuar. Con movimiento, flexibilidad, libertad. Sin aferrarte.Y encontrando espacios de descanso fuera del espectáculo.


Espacios donde puedas estar contigo mismo, sin disfraces. En soledad. O, si tienes suerte, en vínculos profundos que te permitan ser todo lo que eres: complejo, dinámico, completo.


Porque eso es lo que realmente somos!!!!


Adriana Soberon P. ©️ Todos los Derechos Reservados

 
 
 

Comments


@COACHADRIANASOBERON

Suscríbete a la Newsletter de Adriana Soberón y recibe cada semana inspiración, reflexiones y herramientas para transitar cambios con claridad,  y conexión contigo mismo.

Gracias por ser parte de mi Comunidad

Subscribe tu e-mail para recibir  mis Artículos mas Recientes

  • Facebook

©2020 por Adriana Soberon

bottom of page