
Todo ser humano que ha sido lastimado. Desarrollo una máscara para defender su ego, pues solo así nos fue posible encontrar alivio de aquello que nos dolía demasiado y que en su momento era imposible de poderse procesar. Ya sea o por inmadurez, por falta de contención y acompañamiento, o simplemente porque sentir el dolor en ese momento equivalía a no sobrevivir.
Y así nos seguimos, actuando de manera automatizada en el mundo externo y perdiendo consciencia de que traemos puesta una máscara que libera energía distorsionada y en ocasiones exagerada de lo que en realidad somos. Equivocadamente asumiendo desde un lugar muy superficial que eso es TODO lo que somos.
Cuando en realidad esas mascaras que adquirimos en reacción al dolor, representan tan SOLO una imagen idealizada de quiénes pensábamos que teníamos que ser.
Son máscaras que nos llevan a actuar en el mundo externo acogiendo un rol en específico. Y que con frecuencia queda reforzado y premiada por la familia de origen, entorpeciendo aún más el proceso por medio del cual pudiéramos tomar distancia y separarnos de esos roles para en su lugar desarrollar un yo mas integral y completo.
De ahí que quedamos identificados con un rol en especifico, algunos ejemplos :
La del comodín
El que tiene todo bajo control
La victima
El líder
El valiente
El que cuida a todos
El que provee
El fuerte
El huidizo
El inteligente
El que lo resuelve todo
El que organiza a todos
El simpatico
El deportista
El artista
El unificador
El que se aleja para no crear problemas
Máscaras que de raíz se crearon a partir de la esperanza de poder satisfacerte de amor, aprobación, control, poder y sobretodo un sentir de seguridad. Un intento que en realidad es heroico y digno de ser reconocido. Pues representa ese primer intento empoderado buscando satisfacer tus necesidades esenciales. El problema es que se origina desde un lugar defensivo y no desde la emergencia natural y evolutiva del ser humano.
El problema surge cuando un día se vuelve demasiado difícil tratar de seguir manteniendo esas máscaras. Ya sea o por que dejan de servir o porque ya no funciona para lo que en un principio te funcionó: el de tapar tu dolor.
Es ahí cuando la necesidad de desarrollar un nivel más profundo de la personalidad se vuelve inminente.
El camino comienza en poder hacerle un espacio para que salga a la luz aquella parte que quedó por mucho tiempo escondida y sin voz, enterrada en lo más profundo. Permitiéndole manifestar y expresar su gran hambre y necesidad.
Reconociéndo y mirando ese dolor original producido por aquello que fue escaso, carente, o quizás abrumador. Pues es solo al darle a esta parte dolida un espacio de exteriorización y un reconocimiento de lo que FUE tal y como es, que nos es posible re-surgir.
Haciendolo ahora desde un lugar iluminado que nos llena de fuerza moviéndonos hacia la búsqueda de formas alternas.
Quizás hacia la creación de nuevas mascaras pero ahora con la gran diferencia de que ya NO surgen desde un lugar idealizado o desde “el deber ser” si no como un fruto de tu propia energía, misma que es portadora de cualidades y talentos únicos.
Porque resulta insostenible a largo plazo sentirte completo, lleno y realizado cuando se opera desde mascaras que originalmente fueron creadas inconscientemente y desde un lugar defensivo.
Piénsalo... es imposible poder satisfacer tus nececidades esenciales haciendolo desde un lugar obscuro y creado originalmente desde la falta y la carencia.
El camino se ve mas o menos asi .
Aquel que usó la máscara de perfección por miedo a su papá de educación militar tendría que experimentar por él mismo como ES el no ser perfecto y tener todo bajo control. Y movido desde esa incomodidad y territorio desconocido aprender a extender sus brazos para ahora satisfacerse y tornarse receptivo a recibir un amor que quizás no había podido experimentar al encontrarse aferrado a su máscara de perfección, con ello descubriendo realidades nuevas y una vida mas completa.
Aquel que unificaba y pacificaba a su familia caótica y desorganizada tendría que sentir la gran inseguridad que le provoca el conflicto y el caos. Y con ello reconocer su necesidad de afirmarse como un ser separado en la Tierra con sus propios límites, atreviéndose a experimentar la incomodidad sentida que le produce experimentar conflicto y decir NO en sus relaciones. Distanciándose de su compulsión a pacificar o de ceder.
El juego es solo para las/los valientes, porque atreverse a quitar por momentos la/s máscara/s desde donde operaste de manera automatizada significa una experiencia incomoda, es lo equivalente a una muerte.
Pues al final requiere de tolerar la vulnerabilidad que implica el pararse sobre territorios desconocidos, y atreverse a soltar control.
Es solo después de un trabajo personal profundo, desde donde se vuelve posible reconocer y mirar esas mascaras que en el pasado sirvieron pero que al ser utilizadas de manera indiscriminada se transforman en un inhibidor para el crecimiento.
"Aquello que algún día sirvió, ahora deja de servir"
Habría entonces que agradecer esas mascaras que nos mantuvieron en vida, y que significaron un recurso para que pudiera sobrevivir ese pasado.
Al ganar distancia y al haber desarrollado una capa mas profunda de la personalidad entonces volvemos estár listos para poder jugar "el juego de las mascaras."
Tal y como lo hacían los griegos. Divirtiéndose en un juego que implica la interpretación consciente de varias partes de ellos mismos, poniéndose una máscara con la flexibilidad de quitársela y ponerse la otra, inmersos en un movimiento dinámico y sin necesidad de quedar aferrados a ninguna.
Encontrando espacios de descanso, afuera del espectaculo.
Espacios en donde les es posible regresar a ellos, a encontrarse desnudos sin sus mascaras, solamente con ellos mismos en solitud.
O quizás si son lo suficientemente afortunados dentro del contexto de relaciones intimas y profundas en donde existe un espacio amplio y generoso para el ser complejo, integrado y dinámico que el ser humano en realidad es
Adriana Soberon P. ©️ Copyright. Todos los Derechos Reservados.
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