La espiritualidad que aparece cuando estás al borde
- asp3020
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Actualizado: hace 22 horas

Hay temporadas en las que la vida te pide demasiado.
No porque tú seas débil, ni porque estés haciendo algo mal, sino porque, simplemente, te tocó sostener más de lo que cualquier persona debería cargar sola.
Y aunque afuera te vean firme, por dentro sabes que cada día estás negociando con una parte de ti que quiere rendirse y otra que quiere seguir adelante. Quiero decirte algo con toda la honestidad que merece una mujer cansada: lo que estás viviendo no es poca cosa.
Asi es.... No es tu imaginación, no es drama, no es falta de fe. Es la vida poniéndote en un límite que tu no elegiste. Es una situación que tira de ti, que te desgasta, que te tensa el cuerpo y te roba energía sin pedir permiso.
Y aun así, aquí estás.
Respirando.
Haciendo espacio en tu interior para no perderte. Volviendo una y otra vez a ti misma para recordar quién eres en medio del caos.
A veces la espiritualidad es eso: no iluminarse, no entenderlo todo, no tener respuestas… sino no perderte a ti misma en aquello que escapa de tu control.
Es poder decir:
“Esto me está costando. Esto me duele. Esto me está moviendo más de lo que quisiera… y aun así, sigo aquí.”
Eso es fuerza!! Esa es la fuerza que no hace ruido, la que no presume, la que no necesita demostrar nada.
Confía en tu manera de atravesar esto. En que hay un fondo firme dentro de ti, aunque a veces solo lo encuentres por segundos. Hay una claridad que aparece en oleadas, aunque se esconda cuando llega el miedo. Hay un tipo de sabiduría en ti que nace justo de momentos como este, donde la vida te confronta y tú decides no romperte, sino reverenciarte.
Reverenciar tu paciencia.
Reverenciar tus límites.
Reverenciar tu cansancio.
Reverenciar tu verdad.
Si hoy sientes que estás al borde, recuerda esto: no estás fallando. Estás despertando.
Despertando a una versión de ti que sabe sostenerse sin perder la suavidad.
Despertando a una espiritualidad que no vive en teorías, sino en tu capacidad de respirar en medio del desorden.
Despertando a un tipo de dignidad interna que se vuelve más fuerte cuando la vida se vuelve más difícil.
Y recuerda.... Esto también pasará. (this too shall pass...)
Pero tú… tú vas a salir más clara, más firme y más tuya.
El Ermitano, en el Tarot de Marseilla:
Y como suelo hacer en mis escritos, quiero cerrar con un arquetipo del Tarot de Marsella… no desde la superstición, sino desde la conciencia. Porque creo profundamente que los arcanos mayores son mapas simbólicos que nos ayudan a nombrar procesos internos que a veces no sabemos poner en palabras.
Hoy quiero presentarte al Ermitaño. El que camina lento. El que carga luz sin prisa. El que avanza incluso cuando no tiene certezas. El que sabe que hay momentos en los que la vida te pide sostener más de lo que quisieras… y aun así encuentras una claridad pequeña, íntima, suficiente para seguir un paso más.
El Ermitaño no ilumina el camino entero. Solo ilumina lo que alcanza tu siguiente paso. Y, a veces, eso es todo lo que necesitamos para no perdernos de nosotras mismas.
Nota personal
Lo que comparto aquí es fruto de mi camino, de lo que he aprendido y sigo aprendiendo en el andar de la vida. No pretende reemplazar acompañamientos profesionales, sino abrir un espacio de reflexión, calma y conexión contigo misma.
Adriana Soberon P. ©️ Copyright. Todos los Derechos Reservados.






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