Recupera tu lugar: de madre, no de hija
- asp3020
- 16 oct
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Actualizado: 29 oct

Que a veces notas que tus hijos marcan el paso y tú solo los sigues.
No porque no quieras ser una buena mamá , sino porque sin darte cuenta entras en un lugar muy antiguo.
Un lugar aprendido en tu infancia.
Ese donde te hacías pequeña para no incomodar, donde aprendiste a leer el ánimo de los demás antes que el tuyo propio, a sostener lo que en realidad necesitabas que te sostuviera.
Y cuando tus hijos te retan o se imponen, algo dentro de ti vuelve ahí. Sin querer, cedes el mando, los dejas decidir o marcar el ritmo.
No lo haces por debilidad, sino por costumbre…
porque tu cuerpo recuerda lo que un día fue necesario para sobrevivir.
Pero en ese movimiento, el orden se invierte:
los hijos toman el lugar que no les corresponde.
A veces mandan con sus palabras, otras con su energía.
Saben cómo leerte, cómo hacerte ceder, cómo cuidar de ti sin que se lo pidas.
Y tú te acomodas alrededor de su estado de ánimo, como si su paz garantizara la tuya.
Ellos no lo hacen a propósito.
Lo hacen desde el amor ciego de los niños: ese impulso profundo que los lleva a sostener a quien debería sostenerlos.
Y tú… simplemente repites lo aprendido.
No es tu culpa.
Venimos de una larga cadena de mujeres que se hicieron fuertes demasiado pronto.
Niñas/os que aprendieron a cuidar antes de ser cuidados.
Y así, generación tras generación, el orden se torció.
Pero hoy tú puedes detenerlo.
Has recorrido un largo camino, te has mirado con honestidad y has aprendido a estar contigo incluso en lo incómodo.
Hoy puedes elegir distinto.
Recuperar tu lugar no es imponerte.
Es habitarlo.
Es mirar a tus hijos y decirles, con tu sola presencia:
“Puedes soltar… yo sostengo.”
Cada vez que eliges mantenerte ahí, la niña que fuiste se pone un poco más de pie.
Y tus hijos, al verte firme, descansan.
Porque cuando tú ocupas tu buen lugar de madre, ellos pueden ocupar el suyo.
Y el amor vuelve a fluir en la dirección correcta:
de arriba hacia abajo,
de la madre al hijo,
como la vida misma.
Adriana Soberon P.
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