Si creciste del lado de tu papá, esta carta es para ti
- asp3020
- hace 6 días
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Actualizado: hace 5 días

Hay mujeres que su camino comenzo distinto.
Mujeres que de niñas encontraron su lugar del lado de su padre:
en su fuerza,
en su claridad,
en su forma decidida de enfrentar la vida.
Mujeres que crecieron mirando el mundo con los ojos de papá, tomando de él dirección, impulso, estructura… y dejando pendiente algo que ni siquiera sabían que les faltaba.
A esas mujeres desde lo sistemico se les llama "las hijas de papá." Y si tú eres una de ellas, probablemente te puedes reconocer sin esfuerzo.
Poruqe una hija de papá entiende a los hombres como si ese fuera su idioma nativo.
Ella fluye con ellos.
Los lee sin preguntar.
Intuye eso que quieren antes de que si quiera lo digan en voz alta.
Y crece con una seguridad que llama la atención.
De adolescentes, tenían un magnetismo fuerte. Un gran "pegue". Ellas se manejaban con ese tipo de presencia que atrae hombres tan fuertes como ellas, decididos, masculinos, llenos de energía creadora, hombres que buscan avanzar en la vida sin miedo porque reconocen en ellas a una mujer que también “puede”.
Es natural: la hija de papá atrae hombres potentes, porque su propia energía está cargada de potencia. Sin emabrgo, aun así, detrás de ese brillo hay algo que nadie ve.
Las hijas de papá aprendieron a resolver.
A no necesitar.
A ir al frente.
A sostener la vida con el mismo brazo fuerte con el que sostuvieron a papá, emocional o inconscientemente. A ellas les cuesta pedir ayuda. Les cuesta soltar el control. Les cuesta recibir. Les cuesta confiar plenamente en otra mujer. A veces incluso les cuesta confiar en su pareja, aunque por fuera todo se vea “bien”.
Es cuando están rodeadas de mujeres… aparece esa incomodidad silenciosa, esa impresión de no encajar, de no entender del todo esa otra forma femenina de relacionarse. Como si pertenecieran a otro lado.
Con toda su fortaleza, con todo su magnetismo, con todo su éxito…a muchas hijas de papá les faltó algo muy simple: la nutrición de la madre.
Ojo: No la figura, sino la energía.
Lo suave.
Lo receptivo.
Lo que abraza.
Lo que sostiene sin exigir.
Lo que fluye sin empujar.
Sin ese alimento, la hija de papá crece fuerte… pero incompleta. Mitad mujer, mitad guerrera. Mitad potencia, mitad vacío.
Una hija de papá entra al amor como entra a todo: con fuerza, con claridad, y sin darse cuenta de que, en ese mismo impulso…
empieza a competir con el hombre que eligió, aunque no sea su intención,
minimiza lo que él aporta, casi sin notarlo,
no recibe sus cuidados porque no sabe cómo dejarse sostener,
intenta ayudarlo, pero desde arriba, como si ella supiera mejor,
termina cargando más de lo que le corresponde,
y se siente sola… incluso cuando está acompañada.
No por falta de amor. Sino porque su energía aprendió a estar en el lugar equivocado.
Su corazón quiere soltarse, pero su historia aprendió a sostener. Con los años, la vida invita a la hija de papá a hacer algo que parece pequeño pero por dentro cambia todo: regresar al lugar de la madre.
Tomar lo femenino.
Permitir que la suavidad la toque.
Recibir.
Aflojar.
Rendirse sin desaparecer.
Depender sin avergonzarse.
Ser sostenida sin sentir que pierde poder.
Porque cuando una hija de papá, por fin, toma a su mamá dentro, algo se acomoda de una manera suave pero definitiva:
La competencia baja.
La dureza empieza a derretirse.
La relación de pareja respira… y florece.
El cuerpo deja de estar en guerra y encuentra descanso.
Y entonces aparece ella: la mujer completa, no solo la mujer fuerte.
Para ti que estás leyendo esto:
No fuiste una niña equivocada.
No te faltó fuerza; si acaso, te sobró.
No tomaste a papá “de más”; tomaste lo que estaba ahí, lo que tu historia puso frente a ti.
Tomaste lo que te sostuvo cuando eras chiquita y necesitabas una referencia para crecer.
Pero hoy, ya adulta, tu alma te pide otra cosa. Te pide completarte. Te pide abrir espacio para lo que dejaste afuera sin darte cuenta. Te pide permitir, de verdad que alguien te sostenga… incluida tú misma.
Porque la hija de papá no necesita más potencia. Eso ya lo tienes, te sale por la piel. :)
Lo que necesitas ahora es hogar.
Profundidad.
Raíz.
Madre.
Y si al leer esto sientes un pequeño temblor, un nudo, un “esto soy yo”…entonces quizás sin ponerlo en palabras, ya empezaste el camino de regreso.
Nota personal
Lo que comparto aquí es fruto de mi camino, de lo que he aprendido y sigo aprendiendo en el andar de la vida. No pretende reemplazar acompañamientos profesionales, sino abrir un espacio de reflexión y inspiracion.
Adriana Soberon P. ©️ Copyright. Todos los Derechos Reservados.




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